LILIPUTIENSES



Hace unos pocos días...

Te gusta cómo te chupa el coño, lo que te hace sentir, las vibraciones, la ambición, el deseo y la calma. A la vez que otro liliputiense juega con tu ombligo, un tercero te masajea los pies y un cuarto te susurra cosas guarras a tu oído.

Esta mañana....

Necesitas más, te vistes y bajas a la calle, te diriges al lugar de la ciudad donde se encuentra el mercado negro. Antes pararas en algún sitio a comer algo, lo que sea. Casi rozando el cielo siguen los globos aerostáticos emitiendo mensajes subliminales, comerciando, vendiendo productos que no sirven para nada, pagar por la inutilidad que buen negocio. Si te cambias las lentillas lo que envolvería a la ciudad sería polución, capas grises y oscuras contrastando matices, olores a suciedad, meados, podredumbre, ratas en fila como si las guiase un flautista, cucarachas incluso en el rincón más inhóspito, las miradas de los hombres y las mujeres que te cruzases por el camino solo encontrarías tristeza y pena, mucha pena. En cambio has decidido llevar las lentillas que provocan que todo sea hermoso, azul y verde claro. Risas, jolgorio  manifestaciones y densidad en el ambiente de una impasibilidad como si todo estuviese suspendido revelándose a las leyes de la gravedad. Libres de la dictadura del espacio y el tiempo en conjunción.

Ahora....

Llegas al barrio donde se encuentra el mercado negro, te acercas al puesto de siempre, el único que te interesa, no está el que se encarga del puesto, hay alguien diferente, por eso me preguntas:

- ¿Dónde está... ?- No te dejo acabar.

- Hoy no ha podido venir, estoy yo en su lugar.

Me coges la lista de clientes, me señalas un nombre y me dices:

- Esa soy yo, dame la dosis de liliputienses que pone ahí.

Estiras el brazo y antes de que te inyecte la aguja que penetrará en tu piel para que la dosis se meta dentro de tu organismo te quedas mirándome fijamente a los ojos, como si algo te resultase familiar, como si algo se despertase dentro de ti y me vuelves a preguntar:

- ¿Nos conocemos? Tengo la sensación de que....- Una vez más no te dejo acabar la frase.

- Quizás fuimos algo en otra vida- Y te inyecto. Cierras los ojos, te dejas llevar.

 Más tarde, en tu casa, comienza el efecto...

Como si el florecer de las hojas en primavera tocasen notas y piezas de piano que te hiciesen levitar, te desprendieses de todos tus estigmas, cicatrices, violaciones, cargas, contratos, y después cuando cayeses despacio, voluntariamente, sin que te arrastrase contigo ningún tipo de fuerza gravitatoria, te tragase la tierra hasta alcanzar el útero de la vida y te dejases hacer.

Saludos y gracias

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