RESTOS DE UNA NOCHE


Hoy me he levantado con un dolor de cabeza terrible, una costra de sangre en la nariz y una tos que expulsaba demonios de la garganta. Llevo puesto un vestido de mujer, y no entiendo que me ha podido llevar acabar así. Demacrado y disfrazado de mujer.


Recuerdos de una noche donde una vez más intente apagar las penas abriendo y cerrando bares, en busca de lugares malditos que me lleven a los brazos de una mujer sin ganas de mí, pero con ganas de ella. Nunca he sido hombre de una sola mujer, no sé hacerlo, aunque en la escuela y en la iglesia intentaron enseñármelo, yo por eso de llevar la contraria me acostumbre a estar con muchas pero con ninguna. Alguna vez que otra me enamore, pero son de esos amores que duran dos días, y también alguna que otra vez me clavaron un puñal de esos que te hacen sangrar y solo te recuperas en los bares bebiendo hasta que has perdido el control.


Fue una noche con las mismas rutinas que las anteriores. Un poco de coca, unas caladas de marihuana para empezar a encontrar el tono, unas cuantas copas y a bailar que la noche no hacía más que empezar. Afuera no sé muy bien que pasaba pero se estaban dando de hostias. En cambio dentro del garito, en medio de la pista, moviendo las caderas, a ritmo de Rock and Roll y con ganas de marcha, o al menos eso era lo que yo quería pensar, había una mujer de esas que le dan sentido a tú vida aunque tan solo sea por unas horas. Os puedo jurar que olía a nenúfares, de esos que por más que quiera la ira de los Dioses jamás marchitan. Al final sin as en la manga y destapando mis vergüenzas aun no se como muy bien acabé en su casa.


Y aquello que no quería ponerse como capitán general, puta cocaína de mierda. Hasta que llegó el momento en el que igual que lo haría una artista del porno me la mamo, y pensé “así nena si que consigues que mi mundo ya no este tan boca abajo”. Al final por hacer justicia poética y repartir los deberes a gusto de todos acabamos haciendo el 96 pero visto del revés. Y entre mamada, y mamada, y chupa que te chupa me preguntaba que es ese follon que hay en la calle, y yo le respondía “nena que se están repartiendo galletas de más que los malos han vuelto a joder la alegría de la noche”. Antes de que me diera tiempo a responderle a su pregunta de quien eran los malos, y antes también de poder fumar el cigarro del después tranquilo y entre sorbos de ginebra. A golpes, sin nada de educación, rompiendo la cerradura y tratándonos como si fuéramos terroristas entraron los malos y así sin querer y viéndonos obligados a jugar a los polis y cacos, acabamos perdiendo y nos llevamos unos cuantos porrazos de más, y alguna costilla rota, joder como duele hijoputa. Quedándome como resultado la tristeza de que ella se tuvo que enterar de quien eran los malos no a raíz de mis palabras, si no a base de recibir palos injustificados.


Noches de fantasías más allá de los sueños, noches de juergas, de quemar las naves que aun nos quedan para conquistar el pequeño trozo de mundo que nos han dejado, noches de realidades virtuales, de realidades no tan virtuales, noches que al final acaban con el amargo sabor que es la puta realidad.


Aun así sigo sin saber porque acabe durmiendo en mi cama y llevando puesto encima un vestido de mujer.






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