Y se retuerce entres llantos y lagrimas, socorrido por una última botella de vino, que no le compensa el amargo sabor de la derrota. Y mira el teléfono móvil una vez más, desesperado, esperando que llegue alguna respuesta, alguna señal. Pero es el silencio, y la tragedia de esperar que acabe viniendo lo inevitable, lo que le ahoga, solo, abandonado, como un perro apaleado entre las ruinas de asfalto, endeble por el terrible frío intenta desahogar sus últimos suspiros con un inútil y fallido grito. Y de repente todo se vuelve negro, muy negro..............
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