ENTRE SUEÑOS



¿Has acabo con toda la marihuana?

No, creo que queda más en el cajón de la mesita.

Ella se levanta y desnuda camina hasta el dormitorio, abre el cajón de la mesita y coge la marihuana que queda. Vuelve al salón, donde él, también desnudo le espera recostado en el sofá.

¿Desde cuando guardas aquí maría?

Desde siempre, es la reserva, la última. Cuando nos fumemos esa ya no quedara más.

No importa, después todo dejará de tener sentido.

No seas tan negativa.

Soy realista.

Todo se arreglara.

No creo...........¿Queda algo para beber?

El salón es un desorden caótico en si mismo, nada está en su sitio, nada está ordenado, vasos sucios por encima de la mesa, colillas por el suelo, ceniceros sin vaciar, botellas vacías por todas partes, vajilla por limpiar, y de fondo en una vieja y antigua mini cadena, seguramente una reliquia para el siglo XXI, suena música clásica. Las ventanas cerradas, y afuera........no sabemos que pasa afuera.

Saca una botella de Ron de un rincón del mueble bar.

¿Quieres un poco?

Ponme un par de dedos, con hielo.

Sirve los vasos y uno se lo da a él, se deja caer encima de él, y le gusta una vez más sentir su cuerpo desnudo sobre el de él. Brindan y se besan lentamente, como si no tuvieran prisa, y solo les importará ese instante, ese divino instante donde todo se vuelve fugaz e inútil menos ese beso como si fuera el último.

Dejan de besarse y vuelven las preguntas, las caladas al porro de marihuana y los suaves y lentos tragos a la copa de Ron.

¿Qué hemos hecho para llegar hasta este punto?

No escuchar, ser incapaces de escuchar a los demás. Creernos el maldito ombligo del mundo, y dejarnos manipular a cambio de intereses propios, individuales y nunca colectivos. Eso fue lo que nos ha destrozado.

¿Y como puede ser que aun tengas esperanzas? Tú has visto como yo lo que está pasando ahí fuera, esta vez no hay solución.

Siempre hay que tener esperanza, aunque el mundo empiece arder, siempre hay que tener esperanza, porque si nos la quitan, nos la roban, podemos objetar que ya estamos muertos.

Tú lo que eres, es demasiado iluso.

Y tú demasiado realista.

Le acaricia un pezón, como sabe que le gusta a ella, y le besa por debajo de la oreja, y ella no puede dejar de escapar un gemido. Y sentir como el pene de él se pone erecto.

Me vas hacer que se me humedezca el coño

¿Acaso no te apetece?

Sí, pero no ahora. Primero acabemos con la marihuana y la botella de Ron, y luego hagamos el amor hasta que el mundo se acabe. Prefiero despedir al mundo jodiendo contigo, que dejándonos joder por este maldito mundo.

Me parece una buena idea. Pero aun así no voy a dejarte de tocar estos maravillosos pezones.

Ni yo he dicho que dejes de hacerlo.

Se vuelven a besar, suave, lentamente, y juegan al majestuoso juego que son las caricias, y con la ventaja de saberse el uno del otro sus claroscuros, en que puntos se encuentran los mayores placeres y en cuales tan solo se siente el roce de otra piel pero sin que llegue a crear unas sensaciones mas allá de lo místico.

¿Te acuerdas cuando nos conocimos cariño?

Como olvidarlo, entonces pensaba, como he podido acabar con un autentico marxista de los de antes, y me preguntaba que este tio no se ha dado cuenta que eso ya esta pasado de moda, anticuado, nada vigente. Que el Che Guevara y su sueño hace mucho tiempo que murió.

Y yo me acuerdo que no entendía como dentro de lo malo defendías este sistema que esta llegando a su fin.

Sabes que nunca fui pro capitalista.

Lo sé, pero el problema fue que nunca fuiste anti, no se puede vivir en la indiferencia creyendo así que uno se queda neutro, porque la misma neutralidad en sí mismo sin quererlo evitar ya esta apoyando una u otra postura, depende los tiempos que corran.

Hasta que tú me lo enseñaste, y me costo verlo, y a veces me arrepiento que tonta que fui todo ese tiempo, sin ver lo inevitable, lo que iba a pasar y desgraciadamente ahora esta pasando.

Tranquila, fue un placer estar a tu lado y enseñarte el lado oscuro de este maldito sistema. La pena fue que no pudimos cambiarlo.

¿Realmente pensaste que se podía cambiar?

Si te soy sincero por dentro de mí, muy dentro sabía que no, pero era y es necesario siempre vender ilusiones, posibilidades, aunque uno crea que son imposibles.

A lo mejor eso es la Utopía.

La música se calla, y poco a poco se empieza a oír un ruido estremecedor, gritos, disparos, incluso de vez en cuando alguna que otra explosión. Viene de fuera, allí donde el mundo se está cayendo a trozos.

Te juro que no pienso permitir que el fin del mundo me alcance con este desagradable ruido de fondo.

Estoy de acuerdo contigo.

Ella se levanta, y se acerca a donde están los discos de música.

¿A quien quieres escuchar por última vez para despedir este mundo?

Que te parece Jim Morrison.

Me parece una elección perfecta. ¿Queda marihuana?

Para un último porro.

Suficiente, va acorde con lo que queda de Ron.

Se fuman el último porro y se beben lo último que queda de Ron en silencio.

Se acerca el final, ¿estás preparada?

A ella se le cae una lagrima.

Cállate y hazme el amor como si fuera la última vez.

Así es con el fin del mundo al fondo, como ellos se dejan llevar y se despiden a su manera, queriéndose una última vez más, dejándose entrar uno dentro del otro una vez más, dejando que sus cuerpos naveguen juntos por última vez, en esta ocasión a un lugar desconocido y que algunos llaman el paraíso y otros depende de los pecados que hayas hecho en tu vida el infierno. Ellos saben que ni uno ni otro.

Jadeando, aun él dentro de ella, con Jim Morrison cantando las últimas estrofas antes de lo inevitable.

Una última pregunta cariño, ¿Cómo puede ser que todavía tengas esa mirada de tranquilidad y que me dice tranquila que seguro que todo marchara bien?

No me cansare de repetirtelo, porque la esperanza es lo último que se pierde.

Te echare de menos.

A lo mejor quien sabe, con un poco de suerte seguimos siendo amantes en la próxima vida.

Se dan un último beso, cuando un estruendo ensordecedor los entierra bajo escombros en el olvido. Allí afuera hace mucho que empezó el Apocalipsis.


De repente se levanta, como si una pesadilla acabara de contusionar con la realidad y se siente perdido, aun no se ubica hasta que abre los ojos y la ve a ella, al otro lado de la cama, leyendo un libro tranquilamente. Afuera hay un nuevo amanecer, un sol tremebundo y los pajaritos parece que cantan.

Ella a él

Buenos días cariño, ¿Estás bien?

Sí, ahora sí. Acabo de tener una pesadilla.

Debe de haber sido horrible.

Si, ha sido horrible, pero a la vez ha sido hermoso, porque he visto el fin del mundo, pero lo bueno ha sido saber que estaré contigo hasta el final y disfrutaremos el uno del otro hasta el último suspiro.

Ella le sonríe y le da un beso.

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