Ojalá yo hubiera escrito eso. Pero no, tan solo se encuentra en tu libro que hay junto a las bragas rojas que un día te dejaste y que también otro día incierto en el tiempo volviste a por ellas para no volverte a marchar. Si tan solo me acercara a la mitad de lo que hay allí escrito, significaría que soy bueno, o al menos eso creo, aunque creo que entonces me entraría vértigo, y te buscaría por todos los rincones posibles en los cuales sé que te puedo encontrar para que me abrazaras fuerte para que no me cayera, igual que hacíamos cuando bailábamos las baladas de Rock en aquel tugurio del Diablo y donde nos vimos por primera vez, y ya no dejamos de vernos. Nos quedábamos hasta altas horas de la madrugada, bailando agarrados, notando como nuestros cuerpos se juntaban, y se querían enredar entre ellos, era una lucha abierta, sin reglas, sin prejuicios, una batalla que acababa siempre en mi cama, una noche tras otra, y entonces el mundo funcionaba genial. Daba igual lo que pasara afuera, daba igual si las pensiones subían o bajaban, si los políticos imponían sus leyes marciales e incongruentes, y anti sociales, ya lo sabíamos de antemano que no existía solución, jugábamos con esa maldita ventaja. Lo único que importaba es que estábamos tú y yo, y esas bragas rojas que te quitaba todas las madrugadas.
Es en lo único que soy bueno te dije una vez, lo único que sé hacer bien y para lo que realmente siento que sirvo, escribir. Y aun así mira que lejos estoy de los que se encuentran en tu libro. Quizás porque me queda mucho por experimentar, por vivir, para tan solo empezarme a acercarme a ellos, a esos fantasmas que recorren hojas, y hojas, que todas las noches te atrapan, y aunque no me lo digas por vergüenza y para no hacerme daño yo sé que más de una noche humedecen tus bragas rojas. Quizás todo se trata de una forma subliminal para decirme que deje esta vida de ermitaño, que no me lleva a ningún sitio, y que estoy perdiendo los años, y los años una vez caducan ya no se pueden volver a recuperar. No hay vuelta atrás, veinte, treinta años se tienen una vez no más.
Y ahora cuando te busco de verdad, porque tengo miedo de todo lo que estoy escribiendo, quiero que nos vayamos a la cama, me desnudes y tú te desnudes pero te dejes puestas las bragas rojas, y no, no hagamos el amor, solamente quiero que me abraces y me susurres al oído los mejores recuerdos que te ha dejado tu libro, lo que para ti son los versos más hermosos, más cálidos, más completos, y me des el calor que me hace falta, porque estoy tiritando de miedo, y tengo tantas ganas de una cerveza fría pero sabes que no puedo, que hice una promesa conmigo mismo y deje el alcohol por una larga temporada. Es tan duro cuando te has acostumbrado a él, y has creído durante tanto tiempo que era tu segundo mejor amigo. Que a veces crees ver un abismo ante tus ojos y te entra un pánico que es difícil explicar, quizás alguien lo experimentara en tu libro y hablará de ese maldito agujero hacía el infierno. Susúrrame, y yo asentiré si es parecido a lo que yo siento o es diferente.
Tengo miedo eso ya lo sabes, pero no sabes realmente a que tengo miedo, tengo miedo a saber que tú no existes, que tan solo estás en mi mente, en que ahora mismo no me estás abrazando aunque es lo que más deseo, en que ahora mismo podrías llevar perfectamente unas bragas azules, negras, verdes, del color que yo eligiera tan solo tendría que escribirlo, y se haría realidad para mí, en mi mente, y quedaría patente en un blog, y existirías virtualmente pero no en la realidad, por eso tengo miedo. Porque existes para mi blog, él si que tiene la suerte de conocerte, de sentirte, de rozarte cuando quiera, yo en cambio estoy tan limitado, tan solo te puedo tener en mi mente, en mis sueños cálidos y húmedos que gobiernan mis noches para que los días no se me hagan tan pesados mientras espero y espero, pero esta espera ahora no nos acontece. Porque lamentablemente tú no puedes pertenecer a mi realidad, y para que te voy hablar de ella si tú no la entenderías. La única ventaja de que yo te cree pero no existas es que te puedo moldear a mi antojo, un día puedes ser pelirroja, otro morena, rubia, castaña, te puedo elegir el color de pelo que yo quiera, y más corto o más largo, puedes tener unas curvas perfectas, o unas curvas imperfectas pero hermosas, puedes ser como yo quiero que seas, alegre, feliz, yo te defino, yo tengo toda la responsabilidad y el poder de decidir como te encuentras, como eres, y en cambio para que me sirve este ilimitado poder para nada. Porque cuando quiero que me abraces por más que lo escriba no se hace realidad, porque aunque quiera sentir el calor de tus labios y como besas nunca lo sabré, aunque crea saberlo porque yo lo escribo. Por eso creo que la mejor solución, la última que me queda es dejarte descansar en paz, dejarte con tu libro y los fantasmas que recorren sus páginas, quizás yo algún día también forme parte de ese selecto club, ojalá. Y antes de despedirte me quedare con un último recuerdo, tu desnudez cubierta por tus bragas rojas y como poco a poco mientras con mis dedos, suavemente, despacio, muy despacio te las voy quitando, voy oliéndolas, porque el olor que desprende me llevan a no olvidarte, y una vez quitadas volveremos a hacer el amor por una última vez, y aunque no existan yo seguiré guardando tus bragas rojas en el cajón.
Es en lo único que soy bueno te dije una vez, lo único que sé hacer bien y para lo que realmente siento que sirvo, escribir. Y aun así mira que lejos estoy de los que se encuentran en tu libro. Quizás porque me queda mucho por experimentar, por vivir, para tan solo empezarme a acercarme a ellos, a esos fantasmas que recorren hojas, y hojas, que todas las noches te atrapan, y aunque no me lo digas por vergüenza y para no hacerme daño yo sé que más de una noche humedecen tus bragas rojas. Quizás todo se trata de una forma subliminal para decirme que deje esta vida de ermitaño, que no me lleva a ningún sitio, y que estoy perdiendo los años, y los años una vez caducan ya no se pueden volver a recuperar. No hay vuelta atrás, veinte, treinta años se tienen una vez no más.
Y ahora cuando te busco de verdad, porque tengo miedo de todo lo que estoy escribiendo, quiero que nos vayamos a la cama, me desnudes y tú te desnudes pero te dejes puestas las bragas rojas, y no, no hagamos el amor, solamente quiero que me abraces y me susurres al oído los mejores recuerdos que te ha dejado tu libro, lo que para ti son los versos más hermosos, más cálidos, más completos, y me des el calor que me hace falta, porque estoy tiritando de miedo, y tengo tantas ganas de una cerveza fría pero sabes que no puedo, que hice una promesa conmigo mismo y deje el alcohol por una larga temporada. Es tan duro cuando te has acostumbrado a él, y has creído durante tanto tiempo que era tu segundo mejor amigo. Que a veces crees ver un abismo ante tus ojos y te entra un pánico que es difícil explicar, quizás alguien lo experimentara en tu libro y hablará de ese maldito agujero hacía el infierno. Susúrrame, y yo asentiré si es parecido a lo que yo siento o es diferente.
Tengo miedo eso ya lo sabes, pero no sabes realmente a que tengo miedo, tengo miedo a saber que tú no existes, que tan solo estás en mi mente, en que ahora mismo no me estás abrazando aunque es lo que más deseo, en que ahora mismo podrías llevar perfectamente unas bragas azules, negras, verdes, del color que yo eligiera tan solo tendría que escribirlo, y se haría realidad para mí, en mi mente, y quedaría patente en un blog, y existirías virtualmente pero no en la realidad, por eso tengo miedo. Porque existes para mi blog, él si que tiene la suerte de conocerte, de sentirte, de rozarte cuando quiera, yo en cambio estoy tan limitado, tan solo te puedo tener en mi mente, en mis sueños cálidos y húmedos que gobiernan mis noches para que los días no se me hagan tan pesados mientras espero y espero, pero esta espera ahora no nos acontece. Porque lamentablemente tú no puedes pertenecer a mi realidad, y para que te voy hablar de ella si tú no la entenderías. La única ventaja de que yo te cree pero no existas es que te puedo moldear a mi antojo, un día puedes ser pelirroja, otro morena, rubia, castaña, te puedo elegir el color de pelo que yo quiera, y más corto o más largo, puedes tener unas curvas perfectas, o unas curvas imperfectas pero hermosas, puedes ser como yo quiero que seas, alegre, feliz, yo te defino, yo tengo toda la responsabilidad y el poder de decidir como te encuentras, como eres, y en cambio para que me sirve este ilimitado poder para nada. Porque cuando quiero que me abraces por más que lo escriba no se hace realidad, porque aunque quiera sentir el calor de tus labios y como besas nunca lo sabré, aunque crea saberlo porque yo lo escribo. Por eso creo que la mejor solución, la última que me queda es dejarte descansar en paz, dejarte con tu libro y los fantasmas que recorren sus páginas, quizás yo algún día también forme parte de ese selecto club, ojalá. Y antes de despedirte me quedare con un último recuerdo, tu desnudez cubierta por tus bragas rojas y como poco a poco mientras con mis dedos, suavemente, despacio, muy despacio te las voy quitando, voy oliéndolas, porque el olor que desprende me llevan a no olvidarte, y una vez quitadas volveremos a hacer el amor por una última vez, y aunque no existan yo seguiré guardando tus bragas rojas en el cajón.
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