DEPRESIÓN SUPERHEROICA



Esta noche se ha dejado las mayas en el cuarto de baño, y se ha bajado al bar a emborracharse. No le apetece cambiar el mundo, ha perdido toda esperanza dice que no vale la pena, que no le encuentra sentido. Se siente deprimido. La melancolía se ha apoderado de él, y le ha entrado la nostalgia de tiempos mejores, cuando tenía lógica intentar salvar el mundo, cuando realmente tener un gran poder conllevaba tener una gran responsabilidad. Ahora se ha rendido, es inútil se dice a sí mismo, mientras le pide al barman otra copa. Treinta años, treinta años hipotecando mi vida a salvar la de otros, treinta años creyendo en un sistema y en unas reglas del juego que nos decían que eran las correctas, las que teníamos que seguir. Treinta años dejando mi otra vida atrás, teniendo que mentir a los que una vez fueron mis seres más queridos, y provocándoles un daño terrible, para que tanto sufrimiento, tanta penitencia para que. No ha servido para nada. ¡Maldita sea!.

He luchado a favor de un gobierno, de unos ideales en los cuales promulgaban justicia infinita, y que desaparecería para siempre la pobreza de las calles, las desigualdades, en definitiva que con mi ayuda se conseguiría un mundo mejor. Y treinta años después resulta que todo era una falacia, que mis enemigos durante todo este tiempo comunistas, musulmanes, grupos terroristas clandestinos, mafiosos, no eran más malos que el gobierno que yo apoyaba hasta entonces. Esta todo corrupto, podrido. No hay solución. Me han engañado y engatusado como un tonto, he sido su marioneta durante tanto tiempo, tanto, y yo sin darme cuenta, y mira que me avisaron, alguna vez que otra me avisaron. Por ejemplo en esa misión secreta en Bangla Desh cuando una vez más me encontré cara a cara con mi archirival más conocido, mi lado oscuro, o al menos eso es lo que yo creía por entonces. Aun me acuerdo cuando ese día me dijo antes de acabar dándonos de mamporros que un día reflexionara y viera lo que tengo a mí alrededor, que no estoy tan acertado como me pienso, y yo le respondí tú eres el que está equivocado no yo, y ese día casi lo mato, casi acabo con su vida porque pensaba que así limpiara al mundo de su mayor mal, y resulta que él nunca fue el mayor mal para el mundo, sino que él en definitiva era otra marioneta, igual que yo. El mayor mal del mundo es su propio sistema, sus propios cimientos, el hormigón que lo sostiene es lo que hace que este mundo esté tan deforme. ¿Y como cambiarlo? No lo sé, estoy cansado ya no tengo fuerzas para seguir luchando, ya no tengo nada por lo que luchar. Seguirá habiendo pobreza en las calles, y quizás incluso vaya a más, todo se deteriorara, como consecuencia la violencia, la delincuencia aumentaran, y quizás hasta el analfabetismo empiece a alcanzar cuotas preocupantes haya donde prácticamente se había erradicado, aparecerán nuevas epidemias, enfermedades, el mundo se volverá más gris de lo que es, y yo no podré hacer nada, porque no me quedan fuerzas. Estoy agotado, no físicamente, sino mentalmente.

Oigo que alguien en una mesa cercana habla de mí, de mis hazañas, que se sienten orgullosos de tenerme como protector de esta ciudad. Yo sé que la gente necesita un héroe, una esperanza, una razón, un reflejo donde poder verse todas las mañanas y que les sirva de motivación para intentar ser mejor personas, pero lo que ellos no saben, es que yo en verdad no soy ni he sido nunca ese héroe, he sido una marioneta, igual que ellos, solo que yo para unos fines muy específicos. Pero el resultado es el mismo, yo he sido igual de engañado que ellos, estamos en el mismo saco, solo que yo lo sé y por eso estoy aquí emborrachándome hasta que me salga el diablo por mi alma, y ellos en cambio, pobres infelices creerán que está noche estaré yo para salvaguardarles.

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