NI RICHARD GERE NI PRETTY WOMAN

Ojalá pudiera salvarte, sacarte de aquí, ser tu Richard Gere particular.

Todo esto se lo decía mientras los dos estaban desnudos en la cama fumando un canuto de marihuana, era la hora, les quedaba poco tiempo lo sabían los dos. Tenía que irse, él no quería, ella tampoco.

Siento defraudarte pero yo no soy tu Pretty Woman ni la de nadie, no nací con esa suerte.

Cada día que pasaba estaba más cansada de la vida que llevaba, y ahora que creía sentir por primera vez algo por alguien le resultaba más duro que nunca continuar con su oficio. Antes lo hacía por inercia, por supervivencia, porque no le quedaba más remedio. Y era una época que no le importaba nadie, ni nada, más que ella misma. Pero tuvo que aparecer por esa puerta, y tuvo que pasar todo lo que paso. A veces, a veces se dice a sí misma ojalá no hubiera pasado así ahora no sufriría tanto, y cuando se escucha se arrepiente enseguida, porque a pesar de las circunstancias creía que él era lo mejor que le había pasado en su vida en muchos, muchos años. O quizás lo único bueno que le había pasado.

No quiero irme.

Lo sé, y yo no quiero que te vayas.

Se viste, y antes de irse de la habitación la besa, le da una última calada al porro de marihuana y se queda con las ganas de decirle algo, algo bonito, pero no le salen las palabras. Le mira, le mira como si fuera la última vez que se fueran a ver, con pena, con tristeza. Sabe que la verá mañana a la misma hora y en la misma habitación. Pero cada vez que termina su encuentro él cree que es la última vez.

Ella se guarda las lagrimas que lleva por dentro, no le gusta que le mire así, le vuelve demasiado vulnerable, y no le gusta sentirse así. Son muchos años, mucho tiempo dedicado a fortalecer su mente, y no dejarse pisar, y no dejar que las cosas le afecten demasiado. Se lava un poco en el pequeño baño que tiene dentro de la habitación. Especialmente las partes más intimas, se pone un camisón negro por encima, abre la puerta y se queda esperando en la misma con una sonrisa de mentira. Ese es su maldito trabajo, mentir, saber mentir mucho y aprender a no sentir nada, porque sino todo puede doler demasiado.

Ya esta de nuevo con el siguiente cliente, el aliento le huele a alcohol, es asqueroso, pero no parece borracho. Le lava la polla y los cojones, y nota como le gusta, este es de los que se excita rápido, piensa. Lo lleva a la cama, y finge que le gusta estar encima de él abrirse de patas y dejar que la penetre sin ningún tipo de sentimiento, solo se trata de algo carnal, de una necesidad física sin más. Nota que él disfruta y ella finge moviéndose arriba y abajo, jadeando, dejando que le toque el culo, las tetas, los muslos, tiene manos duras, ásperas, no sabe acariciar, nadie le ha enseñado nunca a tocar a una mujer, y ella lo sabe porque hace menos de una hora que le han tratado como una princesa en la cama, y entonces comete el error más grande que puede cometer, deja de fingir, deja de pensar que esta encima de un cliente arriba y abajo, y sin más, sin poderlo controlar él le viene a la cabeza, y se da cuenta que echa de menos sus manos rozando su cuerpo, sus labios arrancándole los miedos, y teniéndolo dentro, dentro de ella, para así sentirse protegida de sus pecados, de esta maldita vida que lleva. Entonces sin más los pensamientos se disparan en un río de lagrimas inexplicables, hasta que el cliente de una forma brutal le devuelve a la realidad. Después de pegarle una bofetada con todas las fuerzas que tiene y quitársela de encima de una forma brusca, como si se tratara de un desecho, le suelta.

Puta, yo he pagado para que me folles, no para que te pongas a llorar como una mojigata, devuélveme el dinero o te lincho a hostias.

Le devuelve el dinero, mientras ve como se viste y con una sonrisa de hijoputa desaparece por la puerta. El muy cabron encima se ha corrido.

Entonces ella empieza a notar y a dolerle el hematoma que le está surgiendo al lado del ojo, y desnuda y enroscada en la cama, entre lagrimas se deja llevar a un lugar mejor que está maldita realidad, viaja al país de los sueños.

Está vestida con el vestido rojo, un vestido que se compro hace siete años para ponérselo se dijo a sí misma en ocasiones especiales, hasta este momento nunca tuvo una ocasión especial, hasta ahora. Las maletas están preparadas, ahora solo tiene que esperar, esperar....... Oye el claxon de un coche, se asoma por la ventana de la habitación que da a la calle, es él, ahí está dentro de su coche, y ve como sale, esta increíble, elegante para la ocasión, igual que ella, se ha traído puesto lo mejor que tiene.

Princesa he venido a salvarte

(Ella sonríe) Lo sé, estaba esperándote

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