Fue debajo de ese olivo donde descubrí por primera vez tu pubis rasurado, donde planeaban mis cometas sobre tus muslos blanquecinos y te acurrucabas en mi pecho desnudo y me hacías nudos de marinero con tu lengua.
Fue de ese mismo olivo el vino que compartimos todas las madrugadas de aquel verano mucho antes de que comenzáramos a dar por perdidas demasiadas primaveras.
Fue junto a ese olivo donde te mostraba en las noches estrelladas donde se encuentra Orión, y te prometía que un día de estos te llevaría en mi nave espacial.
Fue alrededor de ese olivo donde acometimos nuestra danza tan particular, igual que indios comanches indocumentados cantando a todas las lunas de aquel Agosto tan particular.
Fue cerca de ese olivo donde nos despedimos para prometernos un mañana en común que nunca llegó.
Ahora muchos años más tarde, te encuentro en una falsa cafetería agotada de tanto oficio a una vida que te encadeno a funerales, a etetes, y papeles burocráticos.
Te cuento que el olivo lo talaron para construir una maldita urbanización de adosados, canchas de tenis, y con piscina comunitaria, que al final nadie habitó porque la crisis aterrizó.
Quizás fuimos nosotros los culpables de que lo arrasaran al no saber cumplir nuestra promesa, y yo te respondo quizás todavía hay ahí fuera algún viejo olivo esperándonos
Fue de ese mismo olivo el vino que compartimos todas las madrugadas de aquel verano mucho antes de que comenzáramos a dar por perdidas demasiadas primaveras.
Fue junto a ese olivo donde te mostraba en las noches estrelladas donde se encuentra Orión, y te prometía que un día de estos te llevaría en mi nave espacial.
Fue alrededor de ese olivo donde acometimos nuestra danza tan particular, igual que indios comanches indocumentados cantando a todas las lunas de aquel Agosto tan particular.
Fue cerca de ese olivo donde nos despedimos para prometernos un mañana en común que nunca llegó.
Ahora muchos años más tarde, te encuentro en una falsa cafetería agotada de tanto oficio a una vida que te encadeno a funerales, a etetes, y papeles burocráticos.
Te cuento que el olivo lo talaron para construir una maldita urbanización de adosados, canchas de tenis, y con piscina comunitaria, que al final nadie habitó porque la crisis aterrizó.
Quizás fuimos nosotros los culpables de que lo arrasaran al no saber cumplir nuestra promesa, y yo te respondo quizás todavía hay ahí fuera algún viejo olivo esperándonos
Finales tristes: promesas no cumplidas, olivo talado, invasion de cemento.. Exquisitamente escrito, Un abrazo
ResponderEliminarQuizá ese olivo solo se movió de sitio y os espera a ambos para daros sombra mientras os besáis.
ResponderEliminarMe gusta pensar eso. Sí!
Bonitas historias me gustaría contar bajo sus ramas. Qué bien. Me has hecho soñar, UNA VEZ MÁS.
Me encanta leerte a estas horas...
Un besazo fuerte.
Creo que en la vida no hay que mirar atrás ni para darse impulso, y si estaba de no ser y de no salir bien... no hay que tentar al destino.
ResponderEliminarTodo ocurre por un motivo y a lo mejor el olivo ha desaparecido y te está esperando a la vuelta de la esquina un roble, fuerte, robusto... Nunca se sabe. Ante todo hay que ser positivos...
Me has dejado enamorada con este blog.
Un beso!
Ese olivo es afortunado por con el se llevo un monton de secretos y sentimientos.
ResponderEliminarEso es algo que siempre estara en el tiempo,me gusto...
Un abrazo.