TORMENTA DE VERANO



La pena detrás del cristal empapado de agua, y en el comedor maletas por deshacer, vino para volverse a ir, ni con todas las cervezas del mundo consigue entenderlo. Se asoma al balcón y me dice que se encuentra en guerra consigo mismo, y que esa es la peor de todas las guerras. Se empapa, mientras el cigarro se apaga, un trueno sacude el suelo como un terremoto, quizás alguien cabreo hoy demasiado a Thor, y siento que no me escucha, está perdido en sus pensamientos, en las ganas de volverla a estrechar entre sus brazos y susurrarle al oído los versos que escribió para ella, solo para ella.

Dice que el paso de las horas, los días, nunca le había resultado tan pesado, que por más que queramos jamás estaremos suficientemente preparados para la espera, y que un nudo le retiene las entrañas, las ganas de matar este estado de ánimo, que sabe que volverá, pero que no entiende porque se tuvo que marchar si sabía que él no lo iba a entender, y que le iba a hacer demasiado daño su marcha.

Quizás fue el gen del egoísmo lo que le llevo lejos de ti, o quizás la necesidad de volar sin sentirse enjaulada, le digo mientras decido empaparme a su costado, y le ofrezco que brindemos porque cuando ella vuelva todo será como antes, incluso mejor, y esto con el tiempo simplemente será el recuerdo de una maldita tormenta de verano. Responde ojalá, ojalá todo sea como antes, lo que a veces me paraliza, me ahoga, me hace entrar en bronca con el mundo, conmigo mismo es cuando pienso que ya nada será igual, y me jode no poderlo evitar, no poder asesinar ese maldito pensamiento... Ojalá tengas razón y se trate tan solo de una maldita tormenta de verano.

1 comentario:

  1. Exacto. Una tormenta de verano, breve, efímera. Que da paso a nuevos sentimientos. Nuevos y buenos. Seguro que sí.

    P.D: ¿Qué precio tienen tus sueños?

    Besos, inmigrante.

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