LAS PRIMERAS PALABRAS

No sabe cómo decírselo, incluso tan siquiera sabe que decirle, se mueve nervioso entre las mesas abarrotadas de gente, huele a Marlboro en todo la sala, aquí no hay prohibición que valga, trastabilla con algunas sillas, incluso está a punto de caer al suelo, y al camarero que tiene enfrente no le ha hecho mucha gracia tener que verse obligado a hacer malabares para salvar esas copas que exaltaran almas apagadas. En el último momento vuelve en retirada junto a los taburetes que se encuentran al lado de la barra.

UNOS CUANTOS MINUTOS ANTES

Porque aquí no habrá una maquina de esas de poner el disco que quieras, siempre he querido encontrarme cara a cara con una maquina de esas y nunca he tenido la oportunidad, aquí lo más parecido que inventaron y muy de lejos fue el Karaoke, y ya sabes lo que significa eso, verdad. Asiento confirmando sus sospechas, y bebemos el silencio mientras escuchamos a Bono cantar contigo o sin ti, y las paredes van contrastando tonalidades, como si tuvieran vida propia y desde un lugar muy lejano unos hombrecillos grises estuvieran espiando todo lo que ocurre en este local, al otro lado del pub la exposición de cuadros de este mes, ese arte moderno del tercer milenio que todavía a veces me cuesta entender, en ocasiones queda muy lejos de mi percepción. Mientras me dice, sabes ya estoy preparado, ahora solo me falta encontrarla, pero esa es la parte más difícil. Quizás está donde menos te lo esperas le digo, a veces cuando no lo buscas es cuando aparece, hay que creer en lo que se desea pero sobre todo hay que ser paciente hasta que surja. Déjate de filosofía barata, replica, aunque quizás esta vez no andes mal encaminado...

Allí entre el barullo de gente, igual que la protagonista de una novela negra buscando al hombre que esté dispuesto a asesinar por ella si hiciera falta, como si los focos hubieran decidido poner toda la atención en su presencia, se encuentra sentada hablando con una amiga, y hay que reconocer que a veces con tan solo una mirada, no hace falta más para averiguar todo lo que uno quería saber, eso fue lo que le sucedió a él, culpable de encontrar en esa sonrisa lo que llevaba buscando toda una vida.

Lo que vino después ya lo conocemos, un camarero con cara de pocos amigos, olor a humo que mata los pulmones, sillas como si fueran minas a punto de explotar, y el brillo en los ojos que anuncian la transformación de llevar unas cuantas copas de más, la falta de vergüenza, miradas lascivas que se disparan sin llegar en muchas ocasiones a su objetivo, y él no sabía que decirle de mi compañero de fatigas a la vuelta de su retirada, hasta que minutos más tarde cuando ella se acercó a la barra a dos taburetes de distancia de donde estábamos, le dije esta es tu oportunidad, no la desperdicies, y ya no lo volvería ver, hasta días más tarde, que fue cuando me conto lo que le dijo, cuáles fueron sus primeras palabras, y resulta que fueron más simple de lo que él se pensaba, “Hola me llamo... ¿Y tú cómo te llamas?” y el resto fue trabajo de Cupido, claro que también ayudo a que cuando él le acompaño en taxi hasta la puerta de su casa, ella le regalará el primer beso de muchos otros que estaban por venir en un futuro no muy lejano.

2 comentarios:

  1. Me encantan las sonrisas que son culpables del inicio de una historia. Porque las sonrisas son muy juguetonas y a veces pueden hacer de las suyas, llevándonos a hacer cosas que en muchas ocasiones no nos atrevemos.

    Me ha encantado este relato, inmigrante. Tiene un final genial y un desarrollo increíble.

    Y yo te abrazo hoy.
    Besos.

    ResponderEliminar
  2. Siempre los inicios son preciosos a la par que perfectos, pero luego hay que saber conservarlos y cuidarlos. A veces la rutina invade y el cansancio llega... y ahí es cuando empieza el principio del fin. Pero hoy, no, tú relato es el comienzo de una bonita amistad :)
    Un besazo!!

    ResponderEliminar