Charcos en la luna, pasajes de terror confinados en bobinas repletas de polvo, mentiras en viejas cintas de casetes, y el mapa del tesoro aislado en posits que dejaste pegados en la nevera.
Tu vieja ropa en el baúl de los recuerdos, las vasijas de color naranja dañadas por los años, el reloj que se quedó parado hace tanto tiempo, y las ganas de retomar jugar al escondite en el cementerio, sin miedo a los muertos.
Viajes a Marte encerrados en pasajes de Marihuana, alcohol barato, y las escotillas del submarino aprisionadas con candado, te quedaste ahí, demasiado, demasiado, el acuario te envejeció.
Arenas movedizas en los conventos del silencio, la soledad estropeada por la maldita ausencia, el riesgo de mirar con ansiedad hacía arriba y querer ascender para no volvernos a caer, y nosotros estrellándonos contra la navidad, restos de carbón, y envoltorios desperdiciados por el suelo, allí debajo del árbol estaba recluido el terror que no queríamos despertar.
Rascacielos para perfeccionar el salto al vació, bla bla bla en la demencia teatral, horas de oficina para desgastar lo que pudimos ser, miedo a los ascensores que no se querían parar en las condicionales llenas de hubiera, y pretéritos imperfectos.
Cajas de pandora en todas las cornisas que dejamos pendientes de visitar, tú pidiendo billete para la última Arca de Noé, y en el piso todavía quedaron múltiples fichas por encajar, todo era mejor cuando intentábamos volar la cometa en dirección contraria al viento.
Aeropuertos que vienen y se van, todas las dudas que se fueron en viejos trenes que no llevaban a ninguna parte, el deseo de retarnos, porque pensábamos que si de lo nuestro hacíamos un juego infinito, todo, y cuando digo todo, es todo, sería mucho más divertido.
Y hoy seremos lo de ayer, lo mismo que dejamos de ser, cuando quemábamos nuestros curriculum vitae en la noche de San Juan, era nuestra manera particular de huir, salir corriendo, decías hechizos de brujas, que le pusiera comas a todo, que nunca creíste en los puntos finales y en los aparte.
Tu vieja ropa en el baúl de los recuerdos, las vasijas de color naranja dañadas por los años, el reloj que se quedó parado hace tanto tiempo, y las ganas de retomar jugar al escondite en el cementerio, sin miedo a los muertos.
Viajes a Marte encerrados en pasajes de Marihuana, alcohol barato, y las escotillas del submarino aprisionadas con candado, te quedaste ahí, demasiado, demasiado, el acuario te envejeció.
Arenas movedizas en los conventos del silencio, la soledad estropeada por la maldita ausencia, el riesgo de mirar con ansiedad hacía arriba y querer ascender para no volvernos a caer, y nosotros estrellándonos contra la navidad, restos de carbón, y envoltorios desperdiciados por el suelo, allí debajo del árbol estaba recluido el terror que no queríamos despertar.
Rascacielos para perfeccionar el salto al vació, bla bla bla en la demencia teatral, horas de oficina para desgastar lo que pudimos ser, miedo a los ascensores que no se querían parar en las condicionales llenas de hubiera, y pretéritos imperfectos.
Cajas de pandora en todas las cornisas que dejamos pendientes de visitar, tú pidiendo billete para la última Arca de Noé, y en el piso todavía quedaron múltiples fichas por encajar, todo era mejor cuando intentábamos volar la cometa en dirección contraria al viento.
Aeropuertos que vienen y se van, todas las dudas que se fueron en viejos trenes que no llevaban a ninguna parte, el deseo de retarnos, porque pensábamos que si de lo nuestro hacíamos un juego infinito, todo, y cuando digo todo, es todo, sería mucho más divertido.
Y hoy seremos lo de ayer, lo mismo que dejamos de ser, cuando quemábamos nuestros curriculum vitae en la noche de San Juan, era nuestra manera particular de huir, salir corriendo, decías hechizos de brujas, que le pusiera comas a todo, que nunca creíste en los puntos finales y en los aparte.
Realmente creo en los puntos suspensivos! que siempre tienen mucho que decir y mucho que opinar!!
ResponderEliminarUn besazo!
Perdona mi ausencia, Álex.
ResponderEliminarEstoy aquí y he leído todo lo que me perdí mientras abandonaba el ordenador y me dedicaba a desconectar.
"Aeropuertos que vienen y van", viajeros que vuelven a volver.
Leerte es una necesidad, creo.
Besitos.