Creí verte mientras iba esta
mañana al mercado a comprar unas verduras, unos dulces para después del café y
el cigarrito que todos los días me digo que ya va siendo hora ir dejándose los
malos vicios, algunas frutas que ayuden a decorar la mesa centro, y entre el
ajetreo del ir y venir, juraría que allí estabas tú, y se me ocurrió que
no hubiera sido ninguna mala idea
preguntarte cómo estás, que tal todo, y que si no tienes prisa y no se te hace
tarde, quizás podríamos tomar una caña, que ya ha empezado el verano y quizás
no estaría nada mal celebrarlo.
Tal vez por eso, porque creí verte, cuando llegué a
casa decidí probar a llamarte y ver, ver, como excusa para romper el hielo si
era cierto que estabas allí haciendo cola, donde alguien anunciaba que el
mercurio llegará el día que acabe con el pescado , y fue tan duro cuando oí tu
voz, que me contestabas como si fuese un extraño, colgué rápido, ya no había
duda, habías ejercido tu derecho a olvidarme, que difícil, que difícil será
hacer lo mismo, porque aunque no sea lo más recomendable, no puedo evitarlo,
cuando llega la noche la única persona que tengo ganas de ver eres tú, todo lo
demás me da igual, dejo de importarme si estamos más cerca de lo que pensábamos
del día que los dos hemisferios hagan boom.
Saludos y gracias
oh, ese creer ver a alguien, esa ilusión que dura el tiempo justo de tomar resuello y atreverse a mirar de nuevo...
ResponderEliminarUn saludo.
Ese infinitisimal instante en el que deseas que sea no cualquier persona, sino esa en concreto.
EliminarA veces hay que jugarse y romper el hielo
ResponderEliminarUn abrazo
Tienes razón, como eso de que es mejor arrepentirse de lo que hicimos que de lo que no hicimos.
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