Llegaron los picoletos y nos
jodieron la fiesta, estábamos inmersos en nuestro circo particular, mientras yo
le prometía el mar, ella se lo creía en ese recipiente de agua que luego
cocería el arroz con un poco de lentejas, una mezcla rara, ya lo sé, pero la
suficiente, para estrecharla entre mis brazos y prometerle el paraíso entre
palabras que no se harían viejas porque eran demasiado presentes, me olvidaba,
allí llegaban ellos, con sus porras, sus trajes de identidad sin documentación,
su gesto serio, sus proclamas por un servicio de la ciudadanía, y esa mueca, ese
maldito aspaviento de si hace falta levanto mi porra y corroboro las espinas
que tú ves venir.
Maldita sea cariño, que será
de las lentejas que dejaremos de cocer, sin sus añadidos para darle sabor, para
compartirlas a medias, sentir que tendremos un mañana porque hoy comimos algo,
y podremos protegernos juntos antes de que lleguen ellos y nos vuelvan a expulsar,
que manía tienen de echarnos de ahí dónde estamos y nos sentimos felices.
Saludos y gracias
¡Qué casualidad! Precisamente hoy he comido lentejas jajaaj.
ResponderEliminarBesos.
Y seguro que estarían buenísimas:)
EliminarBesos