EL ALAMBRE



Trepaba por el alambre, nunca se preguntó que había abajo y que pasaría si daba un mal paso y todo se venía al traste. No le asustaba la caída. Los gorriones se habían convertido en sus mejores amigos, eran igual de mudos como esa letra de esa canción que sonaba una y otra vez, pero no era capaz de entender. Solo quería llegar hasta el final antes de que se despertase el rugido de la gran ciudad. No tenía ningunas ganas de seguir sintiéndose un extranjero. Recordaba que había gente que le había dicho que soñaba con pasillos que nunca tuvieran un final, y muchas puertas en sus costados para poderlas abrir una a una. En cambio, él tan solo se conformaba con pasar al otro lado, donde clínicamente todo estaba vivo y preguntarle: ¿Me has echado de menos?.

Saludos y gracias

1 comentario:

  1. Sin temor al fracaso nadie se cae del alambre. Otra cosa es que te hayan echado de menos...

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