Hay señales que nos llevan a
rastrear un cabello suave, recién lavado, el hechizo que hay detrás de una
mirada que simplemente te rescata de los últimos sorbos de tristeza que
tomaste. De entrar poco a poco con un juego de palabras en un allanamiento de
morada, y sentir ese silbido de la puerta al abrirse y darte la bienvenida.
Saliendo así de ese caos que nunca quisiste estar metido pero no lo pudiste
evitar. La mano con las uñas pintadas de colores que se posa sobre tu barba
buscando el camino a un beso ocasional. El acertijo que se propone en ese
primer botón de la camisa desabrochada sin nada de pantalones, ni faldas, de
cintura para abajo. Leer en un masaje de sus pies como será el futuro más
próximo a su lado, cuando con un gesto te invita a entrar dentro de uno de esos
cuentos con finales felices, que nos contaban de pequeños y nos gustaba creer
que podían ser realidad.
Saludos y gracias
Siempre preferí los cuentos con finales tristes, quizá porque me gustaba creer que no podían ser realidad...
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