Un billete, un boleto era como
tú lo pedías, y mandarlo todo al carajo, cuando el claxon de los autos
canadienses y no canadienses aceleraban el ritmo cardiaco, las viejas rimas sin
calado, porque como vos decías, donde está la rima, ahí no hay pareado, ni
soneto ni nada, que es eso del verso libre, no más que una excusa para hacer
poesía con lo que sea, y las manzanas tenían que ser verdes sino no las
tomabas, que el rojo solo estaba reservado para el vestido que llevarías puesto
cuando encontraras a tu príncipe, y me decías que pena que no llegues ni a
pagar el próximo alquiler, porque tú serías un buen príncipe.
Robar en el supermercado como
acto reivindicativo, antes de que nos arrastre a ello lo inevitable, porque
tenías la teoría que ya que se había muerto el Che, y nos es necesario que esté
de vuelta y hasta que llegue a saber cuánto hay que esperar, que quizás así, de
esa manera se despierte algo y empiece algún día una nueva revolución que tanta
falta nos hace, luego te encabronabas con la cajera por llamarte ladrona, y
claro te ponías así de esa manera, que como llevarte la contraría, hervir un
poco de agua, algo de pasta con pesto y una vieja botella de vino, que en
aquellos días en las noticias anunciaron que el árbol de navidad de la plaza
mayor se había caído al suelo, después de haber estado inclinado un buen rato,
diagnostico profunda tristeza y nadie supo cómo enderezarlo.
Escuchar el mismo tango que
hizo que una noche llena de boludeces en una mesa mamando con amigos y
desconocidos, te viera por primera vez y decidiera agarrarte de la cintura de
la misma manera que uno se agarra al futuro, y saber al instante que no
divisaba en ninguno de los mañanas posibles aprender a soltarte, hablar cuando
se acercaba el día que no queríamos que llegara, ese que me tocaba marcharme de
vuelta a mi tierra, de que tan solo había plata para un billete y escucharte
comentar, si es verdad todas esas lindas palabras que me dices cuando acabamos
de hacer el amor, cuando te agrada abrirte y dejar que te escuche y te conozca,
sé un valiente y suelta esa maldita plata al río, y vente conmigo a buscar lo
hermoso, lo que deseamos, a atraerlo, y no te preocupes, deja los problemas en
el río y que él se encargue en solucionarlos si tienen solución y sino que les
rompan el orto.
Saludos y gracias
Maldito dinero!
ResponderEliminarAbrazo