Fue el sexo que queríamos que
fuera y no pasaba entre nosotros, las manchas de la pared, los miércoles y
jueves olían a moho, y la vecina de al lado, a través de esas paredes, estas,
aquellas paredes de papel pasaba la aspiradora con el entusiasmo de hacer notar
que estaba pasando la aspiradora, que todo el mundo lo supiera, e incendiara
así el vecindario de un viejo edificio que se caía a pedazos y era muy fácil de
prender.
Era hacer el amor desnudos,
con algo de ropa, qué más da, la cuestión era liberar la esencia de esa
alquimia más antigua que el descubrimiento del fuego... Ese camino lleno de
enredaderas, rituales, cenas, copas en un pub, copas en la casa, copas al aíre
libre, y primera cita, segunda cita,
tercera cita, depende, incluso en casos exasperantes muchas citas no eran
suficientes, no hay una matemática para estos devenires, pero sí una física y
una química, incluso una historia, hasta una geografía que en muchas ocasiones
puede comenzar por voluminosos o pequeños pechos como bien sabían los muelles
viejos de aquellos somieres que chirriaban a las horas que los niños dormían.
Eran tantas cosas que solo
resumíamos en una, o al menos esa era la idea, las aves y los animales se lo
dicen todo cuando copulan, no hay mejor idioma para entenderse entre extraños y
conocidos, pero ese día, en verdad estamos hablando de ese único día no
hubieron más, no fueron necesarios, quedó todo claro, cuando desnudos que
estábamos y nuestros cuerpos comenzaban a encajar como piezas de un rompecabezas
uno encima del otro me dijiste, no puedo, lo siento mucho, pero todavía está en
tu piel, en tu mirada, en tus manos, en tus pensamientos, todavía la llevas
contigo y ni yo ni nadie te la quitará de encima.
Saludos y gracias
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