ESTALLIDO SOCIAL I



Se me ocurrió regalarte la rebeca que vimos en aquel escaparate mientras los copos de nieve y el frío seco se unían para ir formando los espejos del invierno, arriba el cielo no decía nada, más que el gris nos desgasta demasiado, vacía tu mente, me hace sacar humo cuando froto fuerte mis manos una contra otra, y un día de estos por algún punto de estas esquinas saldrán de la niebla los guerreros samuráis con voz de calavera en busca de venganza.

La idea era sencilla preparar el café como a ti te gustaba, necesitabas algo caliente, acercarte al ventanal que daba a la calle, y ver pasar la vida mientras fumabas un Lucky Strike, entonces era difícil meterse en tu mente, bucear por esos pasillos mentales que me atrajeron y supe que una vez llegase a ellos, y me dieran cobijo jamás volvería a retroceder, te giraste y me pusiste esa sonrisa que erizaba mi mundo cuando comencé a darle cuerda a la vieja cajita de música.

Nada era suficiente, nada te bastaba, y sentada en el suelo con la cabeza en el sofá, acariciando mi cabello ondulado me pusiste perdido con la arena que traías desde tu imaginación, allí la playa tapada por un cielo azul abierto, las tonalidades de la luz del sol contorneaban y dibujaban todo ese espacio eterno, el olor a sal en tu cuerpo, Libre corriendo en contra del mundo que nos había tocado vivir, y todo hizo crash cuando llegó lo que te temías estos días, los primeros muertos a manos de los antidisturbios en una manifestación pacífica, te pusiste a llorar y yo intenté inútilmente secarte aquellas lagrimas llenas de dolor.  

Saludos y gracias

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