Campos de cebollas caen por
tus ojos, esquinas de sal como cementerios, lo pusiste todo en tu maleta, tú no
quisiste que acabara, pero todo se rompió por la mitad, los cadáveres quedaron
tendidos en el suelo, el forense no tendrá ningún tipo de dudas, incluso en ese
fatal momento parecía que absurdamente se buscasen, la historia a veces
simplemente repite los mismos aleteos que luego lo destruyen todo.
Cogiste la falda manchada de
sus lágrimas llenas de sangre, su camisa favorita que le encantaba que te
vistiese, que cuando te girabas se te vieran la mitad de tus nalgas y todos tus
muslos andando por sus dedos y su barba, tú no tenías nada más que decir, él
quería beber un poco más del veneno que decía que encontró en tus labios, te
hacía la culpable, aunque cuando llegó el detective se demostró que los
cadáveres yacían porque ambos se cayeron del alambre como buenos funambulistas
y se rompió lo que les equilibraba.
Al tiempo que el tema de los
difuntos, como el funeral, y el caso lo dieron por concluido y cerrado, quedando
todo abandonado, entraste una noche de entretiempo en uno de los pocos cabarets
que quedaban por la ciudad, alguien con sombrero de copa y traje oscuro a rayas
finas, tocaba y cantaba a través de un piano la historia de dos amantes que
primero se quedaron dormidos en el andén y nada les despertaba , y que luego
sus cuerpos descansaban muertos en el suelo del dormitorio, mientras cada uno
hacía sus respectivas maletas y abandonaba la casa por diferentes direcciones,
tú creíste verlo en la barra agarrado a las huellas de una mujer fatal.
Saludos y gracias
No hay comentarios:
Publicar un comentario