SOBRE REPRESIÓN Y OTROS DESASTRES



No te gustan los mecanismos de poder, esos que aprietan como una llave inglesa, que se engrasan dejando las calles desiertas y tristes a base de represión, mientras los fascistas que últimamente parece que los haya por cada esquina del planeta sonríen mientras mastican la muerte.

Tienes sed y ganas de que se caigan sus torres de babel, por eso arrancas hojas de los fascículos que envían al buzón y las tiras contra el fuego de la chimenea, me gusta el crepitar, hace que me desaparezca el maldito dolor de cabeza.

Coleccionan una lingüística obtusa, una artillería de sermones y dogmas, para justificar su colección de cadáveres, de pensamientos encerrados entre barrotes, de margaritas que se beben como quien se toma la vida de los demás como una broma pesada, y tú quieres gritarles, escupirles a la cara, y si no te lo impido desaparecerás de mi lado para siempre.

Hace su frío, ya se nos ha colado hasta en casa, cada vez quedan menos lugares donde nos podamos sentir a gusto, el enjuague bucal se ha acabado, le pediría al vecino si tiene, pero él tiene algo peor, algo peor, su miedo (el de ellos) como piel.

La crónica en rosa hablará de dos amantes como si se tratasen de terroristas, las lenguas se encuentran desconcertadas, por eso y otras cosas callan, no se buscan. Soltaría las flores para que no las golpeasen más, pero las que no están marchitadas, renunciaron a la primavera, mañana tal vez al fin será agosto y todo acabará.

¿Por qué agosto? ¿O en verdad el mes nunca importó? Tan solo necesitabas generar un tiempo finito, un límite, un momento donde los gases, las pelotas de goma y las otras formas de represión y poder se fundiesen en una imagen en negro y nadie, nadie nunca más pudiera reproducirlos. Entonces llegado ese momento, me volverás a besar sin tener que temer lo que pueda ocurrir detrás de nuestras espaldas.

Saludos y gracias

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