EL MENSAJE



Raíles negros al amanecer, la misma voz de cansancio en el contestador, dejar como mensaje una película muda y en blanco negro, callar que no sé cómo se hace para no echarte de menos, que me siguen asustando los jurasicos si tú no pasas conmigo cogidos de la mano por delante de sus edificios de hormigón y letras grandes, siglas que me hacen retroceder hacia atrás porque es como si me escupiesen a la cara.

Ayer pensé en ti como todas las mañanas que me siento solo, y tal vez por eso sin importarme el cambio horario agarré el teléfono busque tu número y le di a la rellamada, inútil desafiar al silencio, porque siempre chocará una y otra vez contra el mismo rompeolas, el recuerdo de un día de poniente, tan solo llevabas unas braguitas blancas y te acercabas haciendo caso a mi llamada, me gustaba besarte tu vientre, dejarte susurros en tu ombligo como los granos de arena que encontraba en tu cuerpo los días de sol y playa.

Si ves que hay demasiadas llamadas no te asustes, tan solo quería insistir que las despedidas no deberían existir, que si vieras ahora mis ojos y creyeses que se han convertido en caracolas de mar, es por la falta no solo de extrañarte cerca, sino de amarte, porque no sé hacerlo a la distancia si no puedo replicártelo todos los días, y no me refiero a eso que se gestiona con palabras, sino a lo que tan solo se encuentra con una mirada, con un gesto, como lo hacían en las películas mudas, y por eso, por eso que sé que si el mundo no fuera tan cobarde a veces, podríamos ser felices si regresases.

Saludos y gracias

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