No documentaste los azares, te
lo dejo como nota y me marcho. ¿Cómo que te marchas?. Que me voy a estudiar el
comportamiento de los cuervos negros. No creo que tengan otro color. A mí eso
que me importa. Pues tendría que. ¿Queda algo de almax?. ¿Te ha vuelto otra
vez? ¿Y esta vez de que se trata?. De un gran rinoceronte ahí donde dicen que
está el aparato digestivo, no sé si lo viste, ayer por la noche entró en el
dormitorio a la hora puntual que me comienza el insomnio. Será el viento que
anuncia el otoño. O eso o la ulcera que me volvió a salir la muy hija de puta.
¿Volverás?. Sabes que siempre vuelvo para que preguntas eso. Porque te extraño
cuando marchas sin decir dónde. Porque no sé dónde voy, simplemente salgo y me
dejo caer en algún lado. ¿Y porque nunca me llevas contigo?. Yo te llevo a
cenar, si quieres a una copa, un baile si me emborracho lo suficiente para no
importarme sentirme torpe, pero esto es mío. Siempre me llega el mal trago de
que acabes con cualquier fulana y se te quede su perfume en la ropa o en la
piel. ¿Qué tienen de malo las fulanas?. Las fulanas en sí no tienen nada malo,
simplemente imaginarte con otra me agrieta. ¿Y los cuervos? ¿De los cuervos no
temes?. No me gustan, ¿pero qué temer de ellos?. Qué se me meten como los
rinocerontes muy adentro pero estos en el cerebro y me lo vuelven todo oscuro.
Ya estás en esos días en que todo te parece extraño y raro. Sí, esos días que
ni yo mismo me soporto. No tardes. No puedo prometértelo, pero sabes, vos es
linda, por muchas cosas que no te digo pero que algún día supongo que tendría
que hacerlo. Sí, no sería bueno que se lo llevase todo el olvido.
Se oye el abrir y cerrar de
una puerta. Silencio.
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