Cuantas capas de cebolla
hicieron falta quitar para esta lluvia que brota de mis ojos, cortar y luego
picar, de eso se trata, cortar y luego picar. De eso y que sería lindo que por
una vez vieneses sola y me hicieses caso como yo te lo haría si te prestaras a
ello.
La línea fina que baja
desde tu cadera creando el contorno de tus nalgas descendiendo por tus suaves
muslos como si fuesen vírgenes alcanzando hasta las uñas de tus pies que hoy
van de color calabaza, es tan lindo despertarse así, a tu lado, abrazarme a tu
vientre, oler como entra el amanecer en tu cuerpo y prolongar la ilusión antes
de que se rompa el hechizo.
Llega la hora de quedar, y
esos instantes de antes donde el paso del tiempo que se desliza por el reloj
pesa, porque exaspera la sensación de que nunca llega el momento de volvernos a
ver y de nuevo y no es la primera vez en el sitio acordado y apareces con una
amiga, nunca vienes sola y yo me pregunto después de cortar y picar que venía.
Así es más fácil, así mientras
dejas que te bese por el cuello levante tu camisa poco a poco te quite el
sujetador me tapes con tu melena mis ojos mientras mi tacto entra en contacto
con el perfil de tus pechos, así es más fácil decirte lo hermosa que se te ve
este verano, que no sé si las palabras van deprisa pero deja que hagan círculos
magnéticos por tu piel y la magia siga caminando por los lugares donde los
elefantes son capaces de volar.
Otra vez abrir los ojos y no
hay manera de que cuando reciba un nuevo mensaje tuyo me digas que vienes sola,
la cebolla por más capas que le ponga sigue produciendo que yo llueva.
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