El humo de los cigarros crea
figuras en el techo, a veces son diablos otras veces ángeles con tu rostro que
espero que algún día bajen para que olvide que no tiene sentido seguir siendo
mi propio asesino. Y ya no busco (pero sigo haciéndolo) en esa espesura gris la
belleza de las rayas de las cebras, ni la calle que se estira lo suficiente
para que podamos alcanzarnos, o la tristeza de los arcoíris que un día te
presenté como la misma esperanza que vi en tus ojos y entonces era preferible
que no dijeses ninguna palabra porque todo estaba dicho, tan solo faltaba que
me besases.
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