Ese no es el camino. Un trazo
de sangre es la frontera que marca el olvido del recuerdo. Queda hermoso hablar
de la revolución entre poemas, cafés y creer encontrarla detrás de la espuma
densa de la cerveza. Pero te repito ese no es el camino. Cartas de amor en
todos los buzones que dejaron de tener dueño. Pides una ronda más y el cisne
azul te mira con aprobación, con la lujuria de saber que se entiende que ningún
hombre ni ninguna mujer pertenecen a nadie. El mundo sería mejor si no hubiese
dueños. El acertijo en mis ojos ebrios. Por qué me vuelvo a preguntar si sería
capaz de morir por ella (es decir por ti). Ese no es el camino me dices. Me
besas en la frente y un ya lo sé de tus labios. El trazo de sangre y la
frontera. A la mañana siguiente elegir entre tu recuerdo o tu olvido.
“Que hermosas eran las tardes
que nos amábamos sin pedirnos explicaciones” Una nota en algún buzón que alguna
vez me perteneció.
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