Los vagabundos escriben poesía
en las pieles de ratas muertas que utilizan para alimentarse, les dicen que no
se preocupen, que la esperanza está en que el gato llegará pronto, que el gato
siempre llega. Un robot burlón con rostro dantesco y humano observa todo ello
desde una pantalla que se encuentra en su palacio de cristal. No solo no parece
importarle lo que ve, sino que encima parece burlarse de todo ello y piensa
para sus adentros “el gato para ellos nunca llegará”.
Ojalá pudiéramos hacer algo
por ellos, pero no podemos hacer nada o no sabemos qué hacer. Nos aterra el
palacio de cristal que asoma a lo lejos. ¿Quién tiene más miedo tú o yo de que
acabe como ellos escribiendo mis notas sobre pieles de ratas u otros roedores
que nos colmen la supervivencia y se nos desintegren los anhelos, los deseos?
Porque dedicarse tan solo a sobrevivir no es vivir.
Pero tú lo sabes y sé que no
quieres decir nada para no asustarme, no dejar que me invadan los temores y me
pierda en un circulo de terror, pero hay mañanas que me levanto, noches que no
concilio bien el sueño y me despierto sintiendo tan cerca que eso pasa, como si
hubiese tenido tan cerca, tan cerca el aliento de un vampiro dispuesto a
quitarme una vida que no quiero perder.
Por eso los días que no puedes más o que
llueve tanto que todo se te inunda por dentro, dices que vayamos allí dentro,
vayamos al palacio de cristal y pidamos un permiso para estar ahí, anidar,
invernar, lo que haga falta con tal de callar esta terrible sensación. Te digo
no te rindas, no te rindas, allí dentro nos convertirán en autómatas y
dejaremos de ser lo que somos, se encargarán de borrar lo que una vez fuimos,
pero me respondes al menos no tendremos conciencia y seremos estúpidamente felices.
Pausa.
Pareces más tranquila, yo ya
he pasado por la fase de temor que paso cada día, nos abrazamos, nos sonreímos,
y te digo todo es mental, todo es un estado mental, no hay que dejarse engañar por el
exterior ni por la maldita voz que sale del palacio de cristal, no hay que
dejar que la serpiente nos seduzca y luego nos ahogue, y si no me crees vente
conmigo a buscar un unicornio y cuando lo encontremos tal vez entiendas lo que
te quiero decir.
Saludos y gracias
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