La costura de su camisón era
esa carta nunca abierta. ¿Qué quería?. No decía nada. Se sumergía en el
silencio buscando corales. Únicamente se hacía preguntas una vez acostada en la
cama y antes de irse a dormir, las cuales respondía moviendo una bola negra
como si fuese la misma de esas que hay en una mesa de billar que si la metes
por el agujero en el momento no adecuado has perdido la partida y necesitas
reiniciar.
Saludos y gracias
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