¿Tienes uno de esos días en
los cuales quieres apretar un botón y volvernos a mandar a la edad de piedra? ¿De
la misma manera que te decía cuando el ambiente comenzaba a estar lo
suficientemente viciado que era bueno abrir las ventanas de par en par y que se
ventilase todo? Sales de la ducha, te observas las cicatrices que te dejó una
infección de piel sobre tu cuerpo, y te preguntas ¿Qué mujer cuando vea esto
querrá acostarse conmigo? Te viene a la cabeza esos personajes de comics que
hacen pactos con el diablo para que les devuelvan a la normalidad, recuperen todo
lo que perdieron una vez. La única manera que tienes de entender el mundo con
cierta perspectiva es viendo películas que tratan sobre asesinos en serie, ese
final devastador de Seven todavía se te repite una y otra vez, ¿Por qué el
mundo a veces puede resultar un lugar tan terrible y que asuste tanto? Bajas a
la calle y hay horas del día que te parece como si estuvieses andando por
encima de un lago lleno de medusas preparadas para soltar su veneno por si te
acercas demasiado, ¿Dónde quedó el ideal de atracar un banco para compensar esa
partida de monopoly que estaba amañada desde el inicio? observas entre los
restos de basura cerca de un contenedor la pelea entre una mofeta y una rata
(del tamaño de un gato) y viene esa nube negra que te dice que no te extrañaría
nada que una tarde de perros te encontrases en las vigas sogas donde colgasen a
los buenos hombres y a las buenas mujeres, como si entre otras cosas volver a
predecir que la tierra es redonda fuese un sacrilegio. ¿Un pensamiento feliz
para intentar volar y huir de todo ello? Un elefante que se escapa del zoo
atropella sin premeditación y alevosía a un presidente que iba cogido de la
mano de un rey listos para repartirse el manjar que ociosamente habían
preparado. Una vez más, tu final del
trayecto, el kiosco de siempre y buscar en el periódico en la sección de
anuncios por palabras un último retazo de esperanza.
Saludos y gracias
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