¿Te conozco?. No lo creo, es
la primera vez que nos vemos.
Se abre la puerta roja. Sale
por ella la tristeza (para no volver) que se acaba de terminar el primer café
de la mañana. Los zapatos son también rojos. Tienen que serlo para que todo
tenga sentido, y cuando me pregunten sobre lo que he visto pueda responder lo
que se esconde más allá del mar rojo. Hay seguridad, reconstrucción exacta del
equilibrio que debe de haber entre lo que se encuentra delante y detrás del
espejo. Se acerca sin medir distancias, ni temerlas, a punto de que tal vez a
alguien (un observador omnipresente) se le ocurra escribir un poema breve pero
intenso sobre extraños, extranjeros, desconocidos, y si el apuntador tiene
alguna duda para los detalles descriptivos, sí, lleva vestido y el color es tan
obvio que no hace falta decirlo. Supongo que simplemente hay días inesperados
que la vida te sorprende sin tenerlo que buscar. Cuando pregunta: ¿Te conozco?.
No lo creo, es la primera vez que nos vemos. Se sienta al lado y se derrumban
los áticos de la soledad.
Saludos y gracias
No hay comentarios:
Publicar un comentario