Si no te enfadas izaría tu
cuerpo hasta la misma altura del mío. Convertirlos en capicúa. Un ojal donde
solo cupiésemos como sombra y materia viva. Vendería las partes de mi niño
interior que atascan el proceso de maduración de los nuevos códigos y
registros. Si fuese un sabio tal vez tan solo dibujaría con el trazo sensible
de un lápiz tus labios y besándolos bastaría para oír tu peso balanceándose encontrado
equilibrio junto al mío, y Albert Einstein ladraría, movería el rabo de
felicidad porque al fin en su futuro habría cabida para un hogar que no le
resultase hostil.
Saludos y gracias
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