Siempre quiso encontrar el
lento sabor amargo del suicidio del drama humano. Aquel que hay en una
estantería donde estaban sus cosas y ya no están porque se fue sin dejar ni tan
siquiera una nota de despedida, en el billete de avión que fue roto porque se
decidió que los caminos debían de ser separados, alguien se iba, alguien tenía
que quedarse, en los domingos rancios en los cuales cualquier recuerdo era
azufre quemando por dentro, en el llegar siempre tarde (igual a nunca) y tener
que estar esperando en los bares porque no se conoce un lugar mejor, en buscar
soluciones desesperadas en cuerpos que costaban dinero. Por eso le dice no me
jodas, no me jodas y no me vuelvas a repetir que será para siempre y seremos
felices.
Saludos y gracias
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