DIOS FUMA EN LA INTIMIDAD



Te cansas de esperar a que venga el siguiente tren. A que se derritan sus casquetes polares y se muestre tal como es, el vaso de la mesa rueda y se estrella contra el suelo. Son esos ojos rotos los que retan las teorías que se centraban en alquilar una habitación de motel antes de que alguno de los dos egos empujase al otro.

¿Se lo has dicho? Que te pone triste que el rinoceronte esté en peligro de extinción y que el otro día viste a Dios fumar en la intimidad y desde entonces supiste que el paraíso no es un lugar es otra cosa, otra cosa. ¿Quién será el valiente que se atreva a tomar la iniciativa de recoger los cristales que hay en el suelo?

Saludos y gracias  

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