Escríbeme cuando tú seas el
alba, y todo mi desconocimiento duerma en una ciudad que lleve tu nombre, y
espero que me despierte cuando no haya la necesidad de huir uno de los otros. Cansan
en exceso los escenarios donde todo son pasos con prisas y no tienen tiempo
para pararse y contemplar.
El viaje improvisado será
cuando me encuentren playas vacías cubiertas por el color de tus cabellos y esa
certeza de que todavía puedo inventar las ganas que tuve de amarte o las ganas
que tengo.
Siempre he pensado que el
ritual de la dialéctica se convertirá en azoteas que nos pertenezcan cuando
descubramos dónde están nuestros fantasmas, y nos podamos decir: ¿Cómo sabes
que tengo miedo?.
Saludos y gracias
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