EL BUSTO


El busto fue un premio que obtuvo, aunque a decir verdad siempre en ese momento hubiese preferido metálico para gastarlo en el nuevo restaurante japonés que habían abierto en la ciudad, que ahora ya no era tan nuevo pero si seguía siendo necesario llamar por teléfono para reservar mesa.

Fue ahí donde tú trataste de enseñarme a comer con palillos, hasta que una vez más aprendí a utilizar algo sin aplicar la técnica adecuada, como me sucede cuando lio los cigarrillos, que por más que intentases paso a paso indicarme como prensarlos mejor y darles forma lo diste por imposible porque siempre estaba mi tajante "Qué más te da, si quien se los fuma soy yo y me los fumo a gusto".

Quedaste a las nueve de ayer por la noche, todavía no sabrías ni explicar porque la primera vez aceptaste ir a su casa y no a un lugar público, tal vez sería su verborrea o su currículum que podías encontrar por internet lo que te convenció, llevabas el mejor vestido y te dejaste encandilar por su buen gusto por la decoración y su estado impoluto. Todo parecía funcionar como en la feria, el algodón dulce, el tiro al blanco con su extensión de éxito con el gran peluche, el paseo hasta la noria, el tomar asiento y que todo empiece a girar, hasta que te entró el vértigo cuando te enseñó el busto metamorfoseándolo en si quieres la próxima vez puedo reservar mesa en un restaurante japonés... Suficiente para que el busto te recordase a mí y salieses de ahí sin dar explicaciones.

Esta mañana me encontré o me buscó la noticia que habían detenido a un tipo en Wichita a cadena perpetua por tener guardado el busto de sus víctimas en el congelador, no sé si es causalidad o casualidad o no tendrá nada que ver el que diese con esta información después de las nueve de ayer por la noche.

Saludos y gracias  

No hay comentarios:

Publicar un comentario