INCONGRUENCIA


Ahí está, no dejes de hacerlo, continua, calla, y trabaja. Es la orden. Te hemos activado el botón. Funciona.  ¿Qué le sucede?

Ven aquí, ponte esta ropa que es la adecuada, no hables, eso lo sabes hacer, cambia el gesto, porqué no te has afeitado. Argumento fácil: Lleva polvo encima y nadie se lo ha limpiado. Necesita un trapo que lo limpie.

Ahí está, sonriente, hace bien el papel, que sorpresa, da el pego para la función, lo aprobamos, lo hemos educado bien. ¿Alguien se pregunta por su felicidad? Anuncios de propaganda son la respuesta. Todo está bien. Mañana consumidores, si no en próximos días. No hay que poner la alarma en los coches ni en los telediarios (en estos sí, por el efecto miedo.... Siempre es un plus, como una inyección en vena)

No, no, su culpa no es acabar en el Infierno o en el Ragnarök. Su demonio es el argumento del trabajo a cambio de doblar el lomo, la sanguijuela que te chupa la sangre por la dictadura del sufrimiento, el latigazo propio en la espalda por gritar en la montaña no puedo más. Y las lagrimas por desear volar y que te digan que estás loco.

Incongruencia que una vez más has llegado otra vez tarde, todos piensan que por tus miedos, por tus ojos de lagartija cuando callas y te dicen, y escuchas lo que no quieres oír, y ahí están sultanes de sus deudas y sus plegarias las palabras de otros (quizás de sus infiernos... colofón de bailar en la embriaguez con sus tal vez) como cementos de hormigón sepultadores, y tu soledad en verdad es el reflejo de las ventanas de ellos, que son las tuyas, de ahí la ruptura del cisma. Por eso, callaste, silenciaste, marchaste, y todos se preguntaron: ¿Dónde está la Incongruencia para decirle unas cuantas cosas?

Saludos y gracias.


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