Desde que era un niño,
alrededor de los cinco años su expresión cuando señalaba con el dedo hacía el
cielo emitía un lenguaje que sus padres no se molestaban en comprender, en
asimilar, en recomponer los códigos de una lengua desconocida que utilizaba El niño que se hizo mayor y sus padres
no fueron habilidosos de darle la importancia que tal vez si tenían que haberle
dado, y no resolver el caso con un simple, "cosas de niños".
El niño que se
hizo mayor veía maquetas que formaban figuras, objetos, seres bípedos que
emitían movimientos semejantes a los de su aprendizaje, arquitecturas que
entonces no era capaz de ponerle nombre, pero que más adelante con el paso de
los años sí lo haría, oía sonidos, que tenían una armonía, una composición, un
objetivo, quizás un fin. Siendo hijo único y no teniéndolo con quien compartir,
y ante la distancia que sus padres habían decidido adoptar, sin mostrar el más
mínimo interés sobre el caso, pues dentro del perímetro en el cual se enmarcaba
su objetividad no había que darle importancia. Decidió sin consultarlo con
nadie convertirlo en su secreto. Se prometió que si alguna vez se lo contaba a
alguien sería alguien muy especial, si ese tipo de personas existían, variable
que dentro del juego de la ruleta rusa que es en sí mismo el mundo de las
probabilidades, nunca llegó a desvelarle. Para pena de él o quizás no, según
como prefieras la tostada sola, sin
nada, a palo seco, o untarla con algo delicioso para acompañarla y reconfortar
su sabor, su placer.
El niño que se
hizo mayor más allá de casi todas las noches de su existencia sacar tiempo
para jugar a las estrellas, tratar de dibujar aquellas estructuras que veía, aquellos
seres bípedos de una forma muy parecida (el estilo del dibujo, no los dibujos)
que hicieron en un pasado muy lejano, muy lejano, en las cuevas de Altamira por
ejemplo, de crear un medio de comunicación y entendimiento con aquellos
sonidos, armonías que apreciaba. Su evolución siguió la programación que habían
tratado de inculcarle en su ADN sus padres. Un buen chico, obediente,
estudioso, buen compañero, y cuando se acercaba la decisión de elegir los
estudios universitarios ahí estaba "el consejo" paterno, como el
consejo del general al soldado ante un evento crucial a resolver en una batalla
inútil e inventada para llenar los bolsillos y la esencia del frasco de poder
de unos cuantos egos.
El niño que se
hizo mayor era un prototipo ideal. El modelo había salido extraordinario.
Exquisito, hubiera propagado a los cuatro vientos en su reseña un crítico
culinario. Ojalá los robots del futuro tuviesen tal comportamiento.
Llegó el
día que El niño que se hizo mayor se
independizó, se instaló en un hogar, con un buen puesto de trabajo y un salario
generoso, pero se instaló solo. Eso quizás le apenaba un tanto a sus padres, no
entendían como un chico tan maravilloso, tan transparente, sin secretos que
ocultar no había encontrado todavía pareja. Pero se decían, seguro que pronto
encontrará al amor de su vida, y entonces abrían el congelador con prisas para
sacar la terrina de helado, y se ponían a rodar la película de su hijo; Su
juego de casitas, sus "games de médico", los caracteres y
características de su mujer, la boda por todo lo alto, las barbacoas con
amigos, el diseño del hogar (correspondiente a una familia feliz) por lo que no
podía falta el nombre del nieto y el del perro. Ellos, por supuesto, en el
papel de abuelos modelos, optarían con claras pretensiones de llevarse el Oscar
a mejores actores secundarios y a mejor guión, por supuesto, guión no original.
No quedaba claro, ¿había o no había que llevar a reparar el modelo El niño que se hizo mayor debido a que
su estado de soltero duraba más del tiempo permitido en el catálogo de buen
comportamiento?
Hasta que un día sucedió como suceden las cosas que
se han ido combinando para que se den tales acontecimientos que a ojos del
personal no tienen ninguna explicación, pero que si se desenvolviesen las
piezas del puzle y se vieran su interior tal vez así no solo encontraríamos
sentido a los hechos, sino que también con cierta tristeza descubriríamos la
incapacidad que tenemos en ocasiones de llegar al interior de las personas y
conocerlas, seguramente más que porque no se dejan conocer, porque les
impedimos que se muestren tal como son, en la mayoría de las ocasiones sin ser
consciente de ello. Cuántas barreras, muros invisibles creamos para
supuestamente protegernos del exterior, cuando en el fondo lo que estamos
armando son los barrotes de nuestra propia jaula, barrotes cuyo material está
formado por todos aquellos paradigmas que se encuentran institucionalizados en
los diversos ambientes; sociales, laborales, familiares, educativos. Tal vez
fue por eso, porque acabo agotado, abrumado, de tantas inutilidades y gilipolleces
creadas supuestamente para tener una vida mejor, que un día El niño que se hizo mayor desapareció.
Pero El niño
que se hizo mayor tenía un plan maestro, ser su propio arquitecto y crearse
su propio HAPPY END, un HAPPY END respaldado por aquellas instituciones
sanitarias que no abogan por el lobby farmacéutico. Es decir, en busca de retos
imposibles pero que una vez descubiertos es como destapar el Arca de la alianza
y purificar el mundo de esvásticas, corrupciones y experimentos de laboratorios.
El desarrollo del plan estaba compuesto por tres
fases, que se ejecutaron a la perfección de la siguiente manera:
A.- El niño que se hizo mayor decide volver al planeta tierra en el
momento de su nacimiento.
B.- El niño que se hizo mayor le pide a un par de amigos suyos que rapten
a sus padres, les borren casi toda la memoria y les dejen vírgenes de
emociones, menos el afecto del uno por el otro, sean llevados a una isla
paraíso a lo Eva y Adán, pero sin serpientes ni manzanas raras.
C.- El niño que se hizo mayor a partir de entonces se dedicó a
educarse, a criarse a sí mismo, teniendo con ello una vida plena, pues El niño que se hizo mayor se enseñó a
desarrollar el poder y las hermosas habilidades que entrañan el uso de la
imaginación para materializar las cosas que uno quiere, y tuvo de esa manera la
vida que siempre había deseado.
Nota: En este caso sí que se
correspondería a la perfección aquello de; miren como se parece el hijo al
padre.
Saludos y gracias
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