Las medusas no vuelan, ya no
sabía cómo decírtelo, y tú abrazabas fuerte a tu osito de peluche y te ibas a
tu cuarto toda enfurruñada, apoyabas tu cara contra la almohada y llorabas como
si no existiera un mañana.
La ciudad según pasaban los
años, se descoloraba, se agarraba a tonos grises, azules oscuros, verdes
sucios, y dejaste de hablarle, perdisteis el contacto con una lentitud que hacía
daño, en cuanto pudiste te marchaste a estudiar fuera, y desde entonces, hacía mucho, mucho tiempo que no sabías de él.
Aprendiste a romper las
aristas de la realidad que se te clavaban como cristales en las plantas de los
pies, subías a los tejados de los edificios donde se encontraban los bares, y
te emborrachabas tú sola, y bailabas en las noches de tormenta mientras te
gustaba imaginar que allí arriba, sorteando rayos y relámpagos, las medusas te
indicaban que camino seguir, quizás era hora de volver a emigrar…
Huías, alejabas de tu lado a
cualquiera que te dijera que las medusas por más que quieras creerlo no vuelan,
eso se encuentra fuera de los límites de la realidad, y llegaban las mañanas
que te volvías a despertar, te vestías, y te marchabas sin despedirte tan
siquiera, salías afuera, todo comenzaba a girar, y esa sensación de que todo
tiene que volver a empezar.
Hasta que pasaron los años, y
volviste a la ciudad, todo seguía igual a como la dejaste, sus tonos tristes y
melancólicos, quizás incluso un poco más agrietada, más tráfico, más ruido de
lo habitual, todo lo que pudo haber sido hacía tiempo que quedó empañado, y
eras una desconocida, nadie te reconocía, menos cuando te encontraste con él.
No sabíais que deciros, hasta
que él desquebrajó la brecha que se había creado con el transcurso del tiempo
perdido, y te preguntó, hija eres feliz, y tú le contestaste, sí, padre soy
feliz, al final encontré a alguien que cree que las medusas sí que pueden volar.
Saludos y gracias
Y al final todo se reduce a ese gran abismo que existe entre padres e hijos. Luego con los años todo se pone en su sitio y los hijos acaban comprendiendo.
ResponderEliminarTambién ocurre que a veces los padres deberíamos recordar que nosotros también tuvimos un tiempo en que pensábamos que las medusas volaban.
Sí, es cierto, quizás los hijos comienzan a comprender cuando se convierten en padres o les gustaría serlo. En cualquier caso, sería conveniente nunca olvidar que las medusas pueden volar.
EliminarGracias por el comentario. Saludos.