He visto sudar las manos del
miedo, se agrietaban por los nudillos, y envejecían de la misma manera que los
grises que difuminabas con la plumilla en aquellas laminas que reflejabas a tu
manera los días de después del apocalipsis.
Salpicaban con spots
publicitarios los miércoles que bajaban las tarifas de los taxis que cogías
para que te llevaran lo más próximo posible al final del calendario, y aunque
aquello no iba contigo, hubo uno de esos taxistas que se llevó su vida en su
coche con la licencia en orden, cuando lo precipitó por el muelle de carga
número cinco, jamás encontraron su cuerpo en el océano, había quien decía que
se lo había tragado un gran pez, otros decían que como no habías llegado a la
cita que acordasteis aquello le llevó a la enajenación, ya ves cosas del amor,
y otros que fue porque su último pasajero fue el hombre que inventó el miedo,
pero como te decía que más te da, eso no va contigo.
Y ahí estás tú, diciéndome que
me calle que hablo demasiado, que te gusto más cuando me quedo mirándote hasta
que te das la vuelta para que no vea cómo te sonrojas, y me repites no lo
olvides, nacemos para morir, pero primero vivamos, quizás por eso me agarras tu
mano, y me la acercas a tu pecho, y me dices acaríciame, así estaremos hasta
que llegue el día que comiencen a cuartearse nuestros nudillos.
Saludos y gracias
Me has despertado la intriga sobre el cuerpo del taxista...
ResponderEliminarSi se duerme asi que importan los nudillos
Un abrazo